El Matrimonio es mucho más que una ceremonia o una formalidad, porque ha sido elevado por Cristo a la dignidad de un Sacramento.

Es a través del del Matrimonio que un hombre y una mujer se hacen uno en cuerpo y alma, representando esta unión un signo de la unidad de Jesús con su Iglesia.

Dios en sí mismo es una Comunión de Personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el Matrimonio, somos llamados para que imitemos el amor de Dios fiel, eterno y dador de vida, viviendo en una comunión similar de personas, una comunión intima de vida y amor, en donde un hombre y una mujer se donan a cada uno libremente, completamente, exclusivamente y de manera indisoluble.

Mas que un contrato, el sacramento del Matrimonio constituye una alianza sagrada.  Los esposos se unen no por una emoción pasajera o simple atracción física, sino que están llamados por Dios a unirse en el amor conyugal y a participar en Su gran amor. En ello consiste el verdadero Matrimonio.

Dios ha creado el Matrimonio para el propio bien de la pareja y para la procreación y educación de los niños, como fruto de mutuamente darse a sí mismos. El Matrimonio es el inicio de la Iglesia doméstica formada por cada familia, con la importante misión que tiene la familia de educar y evangelizar.

Bien vivido, el amor del Matrimonio se expande a los niños, a la familia extendida y a la comunidad en general, al ser testimonio del amor de Dios.

Al salvarnos, Cristo ha restaurado el plan original de Dios para el Amor y el Matrimonio. Vivir de acuerdo con el plan que Dios tiene para nosotros, amando como Dios nos ama, hace posible un Matrimonio exitoso y duradero.   

*Inspirado en Alianza de Amor, Normas para la Preparación del Matrimonio de la Diócesis de Phoenix, Obispo Thomas J. Olmsted, 2009.